domingo, 20 de mayo de 2018

SANTIAGO CÚNEO


enriquecimiento, operaciones y camaleonismo

Por Christian Sanz
Tribuna de Periodistas- 19/05/2018  

Santiago Cúneo se disputa cabeza a cabeza el galardón de “peor periodista argentino” con Roberto Navarro. Ambos son operadores, con miradas siempre sesgadas y más pifiadas que aciertos.

Son panfletarios, agitadores y golpistas. Todos los tópicos a los que un hombre de prensa debe escapar. Uno despunta en C5N; el otro en Crónica TV. No casualmente ambos son canales que operan para el kirchnerismo.

Navarro llegó a proclamar que Daniel Scioli había ganado las elecciones presidenciales en 2015 y Aníbal Fernández había hecho lo propio en la provincia de Buenos Aires. Esos penosos registros aún perduran en la web.

En el caso de Cúneo, los desaciertos se suman a las bravuconadas que suele proferir a todos los que no le caen en gracia. Falto de argumentos a la hora de hacer críticas fundamentadas, apela a las malas palabras y las acusaciones infundadas.

Su caso incluso es mucho peor que el de Navarro, porque carece de coherencia profesional. Empezó siendo radical y luego se pasó al peronismo. En el medio, fue vocero de los carapintadas y hasta llegó a ostentar un cargo en el bloque del añejo Modín.
Versátil como pocos, en 1998 el “periodista” imprimió y mandó a pegar miles de carteles en los que aparecía abrazado al entonces presidente Carlos Menem. Allí impulsaba la “re” reelección del riojano.

Luego de la derrota, decidió ir abrevando por diferentes terruños político-partidarios hasta llegar a aparecer en afiches junto a Francisco De Narváez.

Años más tarde, en 2015, en otro gesto de incoherencia, Cúneo llamó a votar por Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Esto es, hace apenas tres años.

Hoy en día, se la pasa despotricando contra el macrismo y escondiendo bajo la alfombra la corrupción kirchnerista, como si los 12 años de Néstor y Cristina jamás hubieran existido.

En el medio, se dedicó a vomitar viejos estereotipos contra comunidades de diversa índole, ya superados hace décadas gracias el método científico.

El último de ellos tuvo que ver con la colectividad judía, respecto de la cual volvió a reflotar la vieja leyenda del Plan Andinia y el supuesto intento hebreo de dominar la Patagonia.

Por su intolerancia, fue cuestionado —y denunciado— por partida doble: por un lado, por el INADI; por el otro, por la DAIA.

Frente a ello, en una muestra de ignorancia pocas veces vista, Cúneo decidió redoblar la apuesta y mandó a sus detractores a “chuparle un huevo”. Todo un iluminado, por cierto.

Su relevancia es nula a nivel periodístico, aunque su figura es todo un éxito en las redes sociales. En una suerte de “puching ball” virtual, hoy es deporte nacional insultarlo a través de Facebook y Twitter. Una suerte de “Miguel Ángel De Renzis 2.0”.

El costado económico de Cúneo es aún más polémico que el periodístico. A mediados de los 90 vivía en una casa alquilada, tenía un desvencijado Renault 18 y hasta le pedía fiado al carnicero.

Meses más tarde, adquirió de la nada una ostentosa propiedad en San Miguel, y empezó a moverse en dos vehículos de relevancia: una 4x4 y una coupé Alfa Romeo 145 Quadrifoglio.

En esos mismos días, apareció como accionista de una empresa petrolera en sociedad con un grupo de cuestionados carapintadas. La firma siempre fue sospechada de vender naftas adulteradas.

Hasta el día de hoy nadie sabe cómo hizo para pegar el salto económico que pegó… Y Cúneo tampoco parece interesado en contarlo.

Tal vez la respuesta tenga que ver con una frase que él mismo pronunció hace 20 años, en el marco de una entrevista que le hizo diario Página/12: “Los negocios tienen que ver con la política”, sostuvo.

Como suelen decir los abogados: “A confesión de partes, relevo de pruebas”.