sábado, 2 de diciembre de 2017

LOS MÁRTIRES QUE DAN RÉDITO


por Malú Kikuchi
Informador Público, 2-12-17

Esto de que los mártires dan rédito, es tan viejo como la historia de la humanidad. La izquierda más revolucionaria sabe manejar la culpa real o instigada, en particular usando a los medios de comunicación, siempre dispuestos a comprar una “derecha fascista”.

Hay mártires reales y otros inventados. Hay derechas fascistas y otras que son absolutamente obedientes de la ley y del estado de derecho. Aclaración hecha, vamos a los hechos reales, probados, sin aditamentos de ninguna clase. 

1º, los mapuches no son originarios.

Los mapuches en Argentina son argentinos que descienden de la etnia araucana, inmigrantes chilenos, personas adaptadas al país que generosamente los acogió y del que reciben educación y salud, gratuitas. Gente que estudia, trabaja y respeta las leyes de su país: Argentina.

Definir un pueblo originario es simple, estaba en el territorio que hoy es Argentina antes que llegaran los españoles. Son previos a la conquista. Es el caso en la Patagonia de los ranqueles, puelches y tehuelches, todos ellos masacrados por los araucanos llegados de Chile. Empezaron a llegar en el siglo XVII, XVIII y la gran llegada fue en el siglo XIX, liderados por Calfulcurá.

Vinieron a caballo, aporte español a América. Prueba definitiva de que no son “originarios”. Alrededor de 1830 llegó, desde Chile, Yanquetruz con un grupo de 100 capitanejos. Probablemente la avanzada previa a la llegada de Juan Calfulcurá. Este armó una confederación de los pueblos originarios, a los que sometió, con el fin de robar ganado y mujeres, para venderlos en Chile a cambio de armas.

Calfulcurá llegó desde Chile a territorio argentino en tiempos de Rosas, alrededor de 1840 y se estableció en el sur de la provincia de Buenos Aires. Armada su confederación, asoló el sur de San Luis, Mendoza, Córdoba y Buenos Aires desde Mar del Plata hacia La Pampa.

Eran los temidos malones, a los que, por lógica, los sucesivos y diferentes gobiernos de un país que cambiaba permanentemente, debía combatir. Era un problema de supervivencia ante una invasión extranjera. ¿Por qué nos encanta haber ganado las invasiones inglesas y nos avergüenza esta? Por 1950 nació del partido comunista boliviano “el indigenismo”.

En los 70 la lucha de la extrema izquierda pasaba por otro lado. El “Che” era profundamente xenófobo. Perdida la guerra (con las armas, la ganaron en los medios), las políticas radicalmente izquierdistas se volvieron, entre otros temas, a la defensa del indigenismo. Acá inventaron, delinquieron, usurparon terrenos con dueño, incendiaron, se hicieron temer. El grupúsculo de auto llamados guerrilleros, crearon de este lado de la frontera la Resistencia Ancestral Mapuche, RAM, hermana de la chilena Coordinadora Arauco Malleco, CAM.

En Argentina se calculan 500.000 argentinos de ascendencia araucana. En RAM deben militar unos 5.000, siendo generosos en la apreciación. El problema es difícil de entender. ¿Por qué las pobres, casi nulas actuaciones de las autoridades municipales, provinciales y nacionales, frente a los desmanes de la RAM? Desmanes que aumentan con el correr de los días ante la falta de respuesta del poder judicial de la zona en las que se cometen los delitos. ¿Desconocimiento de la ley, políticas correctas o simplemente, miedo?

Si un argentino descendiente de la etnia vikinga, china o maorí, pasando por la española y la italiana, las más comunes, incendia una estación de tren (La Trochita, de larga historia), lo detiene la policía y es juzgado por el delito. Si un argentino descendiente de la etnia que fuere, usurpa tierras con dueño, es detenido, juzgado y condenado. Si un argentino, descendiente de cualquier etnia, extorsiona a los petroleros de la zona, tala árboles de un Parque Nacional, lo ocupa y no deja pasar a nadie, es detenido y juzgado y condenado.

Si un argentino de los del montón, que presumiblemente ha delinquido, le prohíbe al juez entrar en su casa porque es “territorio sagrado”, sin lugar a dudas iría a parar a un psiquiátrico. Y si el juez obedeciera la orden de no penetrar en “territorio sagrado”, también ameritaría un estudio psiquiátrico. El único territorio sagrado en la Argentina, es el territorio de la ley. Y la ley no se cumple con los integrantes de la RAM. Es tanto el terror a que los medios, casi todos, llaman “salvaje represión”, que tanto los judiciales como los periodistas, han olvidado que “reprimir”, de acuerdo al RAE, es volver a poner las cosas en su lugar.

Para colmo de males, desgraciadamente le sumamos dos mártires, Santiago Maldonado en Chubut y Rafael Nahuel en la usurpada Villa Mascardi. El poder judicial se repliega, los medios endiosan a los muertos y por supuesto la culpa de todo la tiene el gobierno nacional, que ha cometido el pecado mortal de ganar las elecciones. Imperdonable. Las muertes de dos muchachos jóvenes, Santiago 28 años y Rafael 22, son hechos tristísimos, lamentables y muy dolorosos.

Maldonado no formaba parte de la RAM y murió ahogado en el río Chubut, huyendo de la gendarmería (dictamen de los peritos de ambas partes, sin golpes ni agresiones de ninguna clase). Ni Rafael formaba parte de la RAM. Su madre declaró que lo habían reclutado para hacer número. Como hay que respetar los 4 días de duelo que impone el rito ¿? mapuche, el juez Villanueva no puede buscar casquillos de las armas que pudieran haber usado los usurpadores. La culpa, entonces, recae solo en el grupo Albatros.

Un grupo de argentinos descendientes de araucanos, se llegó hasta Buenos Aires para hablar con Sergio Maldonado, hermano mayor de Santiago, y con la humildad que los caracteriza le dijeron: “su hermano se juntó con gente mala”. Algo para recordar cuando hablemos de mapuches.

El obispo de Bariloche, Juan José Chaparro ha puesto el obispado a disposición de distintos grupos de la RAM, venidos de varios lugares, para que concilien sus políticas y lleguen a un acuerdo entre ellos sobre cual va a ser su accionar. Dicen, contradiciendo todo lo declarado hasta ahora, que la decisión será tomada dentro de las leyes de la nación. Una nación que hasta ahora desconocen, leyes que no son las suyas y una Constitución que les es ajena.


Mientras todas las contemplaciones son pocas hacia los miembros de la RAM que delinquen, nuestro poder judicial camina sobre huevos, con miedo a romperlos, quizás por que saben que dentro de ellos hay serpientes.